viernes, 27 de abril de 2012

Cuando el derecho está ausente (A propósito de "In the Name of the Father de Jim Sheridan)


La primera vez que vi En el Nombre del Padre pensé que algún día la elegiría para enseñarla en alguna clase de derecho. Hoy, más de 10 años después, me lamento de la elección reciente y de mi fidelidad a mis intenciones previas. De hecho, más que un filme sobre uno de los casos más famosos de la historia, el juicio a los cuatro de Guildford, la película es una reflexión algo simplista sobre la relaciones entre padres e hijos.
En realidad, el derecho no es un personaje o un tema importante en la película.  El derecho está ausente cuando Gerry Conlon (Daniel Day-Lewis), su padre (Pete Postlethwaite) y sus amigos, son sentenciados sin prueba contundente alguna, después de confesiones obtenidas bajo torturas, en un juicio apenas relatado en el filme. Más que un evento trascendente que determina el destino de Conlon, Sheridan muestra el proceso judicial como una anécdota más, un mal momento que vivieron los protagonistas. Según En el Nombre del Padre, no hay reproche alguno que podamos hacer al abogado defensor de Conlon; son las pruebas ocultadas y fabricadas por la fiscalía, la presión nacional, el miedo al terrorismo las verdaderas causas materiales del fallo. El derecho poco o nada pudo hacer para cambiar la situación. Aún más, Sheridan parece sugerir que Conlon habría terminado en la cárcel incluso de no mediar las leyes extraordinarias que autorizaron su detención sin formulación de cargos por siete días.
En el juicio que declarara la inocencia de Conlon, quince años después, el derecho también está ausente. Son las cartas de Guiseppe (el padre de Gerry), las marchas ahora a favor de Conlon, las que determinan la inocencia de los cuatro de Guildford. De hecho, en el único momento en que la abogada Gareth Perice (Emma Thompson) cobra un papel protagónico en la película, su participación está mediada por un hecho fortuito. Gareth encuentra las pruebas necesarias para liberar a Conlon, no por su esfuerzo, no por alguna norma o valor constitucional, sino por un acto de azar, el vigilante encargado de entregar las pruebas  del primer proceso sufre una gripa y su remplazo no sabe qué archivo entregar.
Los cuatro de Guildford lograron justicia en uno de los casos que más avergüenza al sistema judicial inglés. En el Nombre del Padre no es el relato de las experiencias de los seres humanos castigados de forma injusta por la bomba que explotó el IRA, en 1974. La película es, en cambio, una historia ficticia de un joven que encuentra en la muerte de su padre, la fuerza para luchar y reivindicar su inocencia. Es en esta relación, en las actuaciones magistrales de Daniel Day-Lews y Pete Postlethwaite donde, sin lugar a duda, se encuentra lo mejor de la obra de Sheridan.
Varios autores han descrito En el Nombre del Padre como un filme sobre la búsqueda de una identidad paternal. Garry Conlon no sabe si su deber es obedecer al líder del IRA que realmente explotó la bomba—y quien por casualidad termina encerrado en la misma prisión que los Conlon—o a su propio padre. En los motivos que llevan al protagonista a escoger las enseñanzas de lucha pacífica de su padre y no los métodos violentos del IRA, Jim Sheridan establece las líneas políticas más interesantes y conmovedoras de toda la película.
Paradójicamente, estas líneas también son, sin lugar a duda, los momentos más cuestionables del film, desde el punto de vista del derecho. Para recrear la relación de Garry con su padre, Sheridan decide apartarse de la historia real y encerrar a los Conlon en la misma celda. De igual forma, ubica a un personaje ficticio, el líder del IRA, en la misma cárcel. Nadie que sepa lo más mínimo de política criminal creerá que el Estado encarcela en la misma celda, en el mismo lugar, a los miembros de una banda terrorista. Si los agentes del Estado sabían que Joe MacAndrew (Don Baker) había en realidad explotado la bomba y quería testificar a favor de los cuatro de Guildford, ¿por qué los encierran en la misma celda? ¿No sería lógico suponer que MacAndrew les contaría sobre su confesión y trataría de ayudarlos a recobrar su libertad?
Jim Sheridan sacrificó la verosimilitud de la película y la fidelidad a la historia con el fin de ganar más dramatismo en lo que más le interesaba del filme, la relación entre Garry Conlon y su padre. Con ese sacrificio también se perdió cualquier reflexión o debate serio sobre el derecho. Si la película tiene razón, poco puede hacer el derecho para evitar los atropellos de las autoridades. Si Sheridan está en lo correcto, más que leyes, los abogados deberíamos aprender a manejar la opinión pública, la que en últimas determinará los resultados de los casos jurídicos. Para ganar juicios, los abogados sólo deberán filmar películas.

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